
Un poco más de mi...
Durante años he trabajado entre dos mundos: el educativo y el creativo.
El primero me enseñó la importancia de la equidad, la diversidad y la mirada sensible hacia las diferentes formas de aprender.
El segundo me dio las herramientas para transformar las ideas en algo tangible: cuadernos, programas, aulas digitales, experiencias que pueden tocarse y vivirse.
El Estudio de Diseño Neurodivergente nace justo en ese punto intermedio:
de la necesidad de dar forma a proyectos educativos y terapéuticos que no se queden en ideas, sino que lleguen a las personas que los necesitan.
Vivo en una zona donde no existían programas específicos para niños y niñas con altas capacidades o perfiles neurodivergentes.
Como madre y profesional, me encontré buscando recursos, formación y acompañamiento… sin encontrarlos cerca.
Así comenzó mi propio proceso de aprendizaje: formarme en enriquecimiento educativo, atención a la diversidad y metodologías inclusivas no fue solo una elección profesional, sino una necesidad vital.

Lo que empezó como una búsqueda personal se convirtió en un camino profesional que hoy comparto con otros: familias, docentes y profesionales de la salud que buscan crear espacios más equitativos, creativos y humanos.
De esa necesidad —y de la certeza de que la distancia no debe ser una barrera— nació también mi enfoque digital:
ofrecer formación y diseño online, accesible desde cualquier lugar, pero con el mismo acompañamiento cercano que tendría de forma presencial.

No creo en los modelos cerrados ni en las fórmulas universales.
Cada proyecto tiene su propio pulso, su ritmo, su historia.
Por eso mi acompañamiento combina estructura y sensibilidad: diseño metodologías y espacios digitales que se adaptan a la persona, no al revés.
Trabajo con un enfoque práctico, claro y funcional, pero profundamente humano.
Aplico principios del Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA), la neurodiversidad como valor y el pensamiento de diseño educativo, porque creo que el aprendizaje no solo se enseña: se vive, se siente y se diseña.
Este estudio no es un punto de llegada, sino un proceso.
Sigo formándome, experimentando y aprendiendo cada día de las personas con las que trabajo.
Las herramientas cambian, los formatos también, pero el propósito permanece:
hacer que las ideas con propósito educativo encuentren su forma y su voz, sin perder su esencia.

No solo acompaño a diseñar programas o materiales.
Acompaño a transformar una visión en una experiencia educativa real, coherente y viva.
Y lo hago desde una comprensión profunda de lo que significa pensar, sentir y aprender diferente.
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