Altas capacidades y neurodesarrollo: por qué sienten tanto y cómo ayudarlos

“Lo piensa todo demasiado.”

“Parece que cualquier cosa le afecta el doble.”

“Todo lo discute, todo lo negocia.”

“Se desborda por detalles que otros ni notan.”

Si te identificas con alguna de estas frases, es muy posible que estés conviviendo con un niño o adolescente con alta capacidad… y alta intensidad. Porque sí: pensar mucho suele venir acompañado de sentir mucho. Y no, no es un problema. Pero sí requiere una mirada diferente, especialmente desde el neurodesarrollo.

En este artículo te explico por qué niños y niñas con altas capacidades pueden experimentar emociones de forma tan intensa, cómo influye su maduración cerebral y qué puedes hacer para acompañarlos sin desgastarte emocionalmente en el intento.

¿Qué tiene que ver el neurodesarrollo con las altas capacidades?

El desarrollo de un niño con alta capacidad no es simplemente "más rápido", sino más desigual. Esta característica se conoce como desarrollo asincrónico, lo que significa que diferentes áreas del desarrollo (cognitiva, emocional, social, motriz) no evolucionan al mismo ritmo.

Por ejemplo, un niño puede tener un razonamiento lógico o verbal propio de un adolescente, mientras que su gestión emocional se corresponde con su edad cronológica o incluso un poco por debajo. Esta brecha puede generar situaciones desconcertantes tanto para las familias como para los docentes:

  • ¿Cómo puede resolver un problema matemático tan complejo y luego tener una rabieta porque no encuentra su camiseta?

  • ¿Cómo puede hablar con tanta madurez y luego frustrarse por algo aparentemente insignificante?

Desde el punto de vista neurobiológico, el cerebro de estos niños aún está madurando.

Las áreas relacionadas con el control de impulsos, la autorregulación o la tolerancia a la frustración (como la corteza prefrontal) siguen desarrollándose durante años. Por eso, aunque su mente vaya muy rápido, sus recursos para gestionar lo que sienten no siempre están disponibles.

Además, su elevada sensibilidad sensorial y emocional (que veremos más adelante) puede intensificar aún más estas reacciones.

Lo importante es entender que no se trata de un fallo de personalidad ni de educación, sino de un funcionamiento diferente del sistema nervioso.

Lo importante es entender que no se trata de un fallo de personalidad ni de educación, sino de un funcionamiento diferente del sistema nervioso.

DESCARGA EL

EBOOK GRATUITO

Guía gratuita "Torbellino emocional" – herramientas prácticas para acompañar a tu hijo en sus desbordes emocionales.

Alta capacidad + intensidad emocional: una combinación potente

Cuando hablamos de alta capacidad, muchas veces se pone el foco en lo cognitivo: pensamiento lógico, memoria avanzada, razonamiento abstracto... Pero pocas veces se habla con la misma profundidad de la intensidad emocional que puede acompañarla. Y, sin embargo, es una parte igual de importante (y a veces más desafiante para la convivencia diaria).

Esta intensidad emocional no es solo una percepción subjetiva de los adultos. Está respaldada por la teoría de Dabrowski, quien definió cinco formas de "sobreexcitabilidad" en personas con alta capacidad, siendo la emocional una de las más frecuentes. ¿Qué implica esto?

  • Sentir con más profundidad y durante más tiempo.

  • Vivir emociones contradictorias al mismo tiempo.

  • Tener una respuesta emocional intensa ante estímulos que a otros les parecen neutros.

  • Reaccionar con una empatía muy alta (o, a veces, con un bloqueo emocional por saturación).

Todo esto hace que muchas familias describan a estos niños como "una montaña rusa", "un volcán" o "todo o nada". No es que estén actuando o buscando atención: su sistema nervioso está respondiendo de forma real y amplificada.

Además, esta intensidad emocional no aparece sola. Muchas veces va de la mano de una percepción sensorial más fina: luces que molestan, sonidos que incomodan, texturas que irritan…

Todo suma y puede sobrecargar a un niño que ya está haciendo un esfuerzo interno por autorregularse sin tener aún las herramientas necesarias.

Por eso, acompañarlos requiere no solo comprender lo que sienten, sino también saber cómo y cuándo intervenir, y cuándo simplemente estar ahí, sin intentar cambiar nada.

¿Por qué negocia todo? ¿Por qué no acepta un “no”?

Esta es una de las preguntas más frecuentes entre las familias de niños con alta capacidad.

A menudo, estos niños no aceptan las normas sin más, sino que necesitan comprenderlas, cuestionarlas y, muchas veces, reformularlas a su manera.

Esto puede parecer desafío o provocación, pero en realidad es parte de su desarrollo lógico y de su búsqueda de coherencia.

La no aceptación de normas sin más, es parte de su desarrollo lógico y de su búsqueda de coherencia.

Tienen un pensamiento crítico muy agudo y un fuerte sentido de la justicia.

Si una norma les parece arbitraria, incongruente o injusta, es probable que la pongan en duda. Además, su necesidad de autonomía y su velocidad mental hacen que estén en alerta constante para encontrar “otra forma de hacer las cosas”.

Por otro lado, si existe un perfil doblemente excepcional (por ejemplo, con TDAH o TEA), pueden presentar menos tolerancia a la frustración o más rigidez cognitiva, lo que intensifica estas actitudes negociadoras.

La clave está en no interpretar esta actitud como una lucha de poder, sino como una oportunidad para enseñar a dialogar, poner límites claros desde el vínculo y ayudarles a flexibilizar cuando sea necesario.

¿Qué señales indican que necesita ayuda emocional?

No todos los desbordes emocionales indican un problema.

Sentir con intensidad forma parte del perfil de muchos niños con alta capacidad. Sin embargo, hay señales que nos advierten de que esa intensidad está generando un sufrimiento que el niño no puede gestionar solo.

Estas señales no aparecen necesariamente todas juntas, ni de forma constante, pero si se repiten con frecuencia y afectan a su bienestar o a la convivencia familiar.

Conviene prestar atención:

  • Reacciones explosivas o bloqueos frecuentes ante tareas cotidianas o pequeños cambios.

  • Llanto o rabia recurrentes, incluso sin una causa visible aparente.

  • Frases de autodesvalorización, como “no sirvo para nada” o “todo me sale mal”.

  • Evita retos por miedo a equivocarse o muestra una autoexigencia paralizante.

  • Problemas de sueño, somatizaciones o aislamiento social en determinados contextos.

También puede haber indicadores más sutiles: un niño que se esfuerza mucho en complacer, que “no da problemas” pero se muestra muy ansioso por dentro, o que empieza a evitar situaciones que antes disfrutaba.

Si observas algunas de estas conductas, es importante no reaccionar desde el juicio o el castigo, sino intentar entender el origen.

A veces solo necesitan un entorno más respetuoso de su ritmo, y otras, un acompañamiento profesional que los ayude a entender su mundo interno.

No todos los niños que necesitan ayuda emocional lo expresan con rabietas: a veces, es el que siempre obedece, se exige en silencio y vive con ansiedad por no fallar.

Cómo acompañar sin desconectarte ni perder la paciencia

Acompañar a un niño con alta capacidad no significa tener todas las respuestas, sino estar presente con sensibilidad, firmeza y coherencia emocional. Sabemos que no siempre es fácil mantener la calma cuando tu hijo discute cada decisión o se desborda sin previo aviso. Por eso, aquí van algunas claves prácticas:

Validar sin justificar todo:
Validar no es lo mismo que estar de acuerdo. Es decirle: “Lo que sientes tiene sentido”, aunque no apruebes cómo lo ha expresado. El mensaje es: “Te entiendo y sigo aquí, pero también necesito que aprendamos juntos otra manera.”

  • "Veo que esto te ha molestado mucho. Estoy aquí."
  • "Entiendo que te dé rabia. No lo vamos a hacer así, pero te escucho."

Prevenir es mejor que apagar fuegos:
La autorregulación no se entrena en plena tormenta. Practicar en la calma es lo que prepara el terreno para los momentos de tensión. Puedes usar:

  • La técnica del globo (respiración lenta y profunda imaginando que se infla y desinfla una barriga).
  • Listas visuales con estrategias de regulación.
  • Espacios o rutinas de desconexión antes de actividades demandantes.

Poner límites desde el vínculo:
No es necesario subir el volumen para ser firme. De hecho, cuanto más desbordado está tu hijo, más necesita sentir que tú eres su contenedor. Límites como: “Esto no lo vamos a hacer, pero puedo ayudarte a encontrar otra forma” marcan seguridad sin herir.

Cuidarte tú también:

No es egoísta, es necesario. Estás modelando cómo se cuidan las emociones.

Busca espacios donde puedas hablar sin culpa, compartir con otras familias, y regular tu propio sistema nervioso para poder sostener el de tu hijo.

Yo te ofrezco mi grupo de apoyo cerrado en whatsapp, échale un vistazo y si resuena contigo puede unirte desde este link a nuestra comunidad de apoyo.

Y tú, ¿quién te sostiene a ti?

Muchas veces, mientras nos enfocamos en cómo acompañar a nuestros hijos, nos olvidamos de mirarnos a nosotros mismos.

Pero la realidad es que no puedes acompañar desde el agotamiento, ni sostener a otro si tú estás al límite emocional, físico o mental.

La crianza de un niño con alta capacidad e intensidad emocional implica convivir con demandas constantes, negociaciones interminables y situaciones que no siempre entienden otros adultos.

No es raro sentirse desbordada, sola o incluso culpable por no “hacerlo mejor”.

Por eso es fundamental buscar espacios de apoyo real: grupos donde compartir experiencias sin juicio, profesionales que te acompañen desde la comprensión, y momentos en los que puedas bajar el volumen del día a día y volver a ti.

También tú necesitas regulación, escucha y calma. No eres menos madre o padre por necesitar ayuda; eres más consciente por reconocerlo.

DESCARGA EL

EBOOK GRATUITO

Guía gratuita "Torbellino emocional" – herramientas prácticas para acompañar a tu hijo en sus desbordes emocionales.

Conclusión

Sentir mucho no es un defecto, es parte de una forma distinta de estar en el mundo.

Pero cuando no se comprende, puede generar dolor, incomprensión y conflicto. Acompañar a un niño con alta capacidad no es buscar que “controle todo”, sino ayudarle a entenderse, autorregularse y expresarse sin miedo a ser quien es.

Y tú, como figura de referencia, también necesitas espacios para aprender, equivocarte, repararte y reconectar.

Este camino no se recorre con perfección, sino con presencia.

Bibliografía y recursos recomendados

  • Dabrowski, K. (1972). Theory of Positive Disintegration.

  • Webb, J. et al. (2007). Misdiagnosis and Dual Diagnoses of Gifted Children and Adults.

  • Silverman, L. (2013). Giftedness 101.

  • Neihart, M. et al. (2016). The Social and Emotional Development of Gifted Children.

Escrito por: Irene Gamero

También puede interesarte...

Síguenos en RRSS

@synapsiasdeltalento

SOBRE MI

info@synapsias.com